Par Peter Hossli (texto) y Robert Huber (fotos)
Hugh Hixon señala con recogimiento religioso al brillante tanque de acero. «Mi padre está ahí abajo, a la derecha», dice, «a 196 grados Celsius bajo cero». Su padre no está muerto, sólo «suspendido». Este hombre, de 61 años, espera pacientemente a que llegue el avance científico más impresionante de todos los tiempos: la resurrección de su progenitor. El Hixon fallecido, introducido en nitrógeno líquido desde 1981, debería resurgir como el Ave Fénix de sus cenizas, o mejor dicho, de su congelador.
Compañía fúnebre. La Fundación Alcor de Vida Suspendida aloja otras 58 ‘vidas suspendidas’ en un edificio industrial de Scottsdale, un suburbio de Phoenix (Arizona, EE.UU.). Entre ellas, una docena de mascotas, sobre todo perros y gatos. Otros 600 miembros de Alcor, incluidos tres alemanes, quieren ser introducidos en nitrógeno líquido tras su fallecimiento. Aquellos que elijan ser congelados de la cabeza a los pies tienen que pagar 120.000 euros. Congelar la cabeza separada del tronco cuesta sólo 50.000.
Hixon no lo encuentra especialmente caro. Este antiguo oficial de las Fuerzas Aéreas de EE.UU. es hoy el jefe técnico de Alcor, la empresa líder entre las tres firmas norteamericanas que ofrecen la posibilidad de la criogenización. «La inversión es importante», afirma el bioquímico. «Es como en la lotería. Uno no sabe si le va a tocar o no. Pero primero te hace falta haber comprado un décimo.»
Criogenización, una palabra derivada de kyros,The Prospect of Inmortality, auténtica novela de culto– más pronto o más tarde habrán avanzado tanto en el estudio de aquello que nos mata en el presente, que serán capaces de resucitarnos y curarnos.» Tres años después, James Bedford, un médico de California, hizo que lo congelaran. En 1972, Fred Chamberlain fundó Alcor junto con su esposa, Linda. Bedford, el pionero de la congelación, reposa todavía en las instalaciones de Alcor. «En aquella época se trataba más de un espectáculo que de auténtica medicina», recuerda Hixon. Conservan a Bedford más por nostalgia que por otra cosa. «Quizá siga vivo», dice. «Tiene derecho a esta última oportunidad después de haber sido el primero en afrontar el riesgo de la criogenización.»
Congelar el tiempo. Hixon querría reencontrarse algún día con su padre, por lo que él también ha decidido, a sus 61 años, que lo congelen cuando llegue su hora. También estaría satisfecho si se pudiese conseguir un clon a partir de ambos genomas. Espera que, así, la inteligencia de este clon aumentase de forma espectacular. Confía que ese poderoso intelecto permita viajar muy lejos, «no sobre el viejo planeta Tierra, sino a lo largo y ancho de todo nuestro sistema solar».
Hixon lleva pantalones de algodón y una camisa militar beis. Este hombre soltero describe la muerte como un «de-sagradable ejercicio obligatorio». En una muñeca luce una pulsera brillante que lo distingue como ‘chico Alcor’, algo que implica atenerse a unas instrucciones muy concretas. Cuando Hixon muera, su cuerpo deberá ser tratado de forma rápida y cuidadosa «con la finalidad de evitar daños en los tejidos y preservarlos para el futuro», como él mismo dice.
Una vez que el médico ha certificado la defunción, cada minuto cuenta. Si se detiene el riego sanguíneo del cerebro se dan una serie de reacciones químicas que atacan a las células y las transforman en una masa fangosa. El usuario de la criogenización será conectado a una máquina corazón-pulmón artificial para detener esa descomposición. Este aparato mantendrá la circulación sanguínea en óptimas condiciones. Entonces, un equipo compuesto por un médico, un neurocirujano y varios técnicos procederá a completar la ‘suspensión’ en el quirófano.
Modo de empleo. Una máquina sustituye, gota a gota, la sangre y el agua por Viaspan, anticongelante basado en el glicerol. Este proceso debería impedir aquello que los críticos de la criogenización describen con mayor frecuencia como el principal problema: la pulverización de los tejidos debido al intenso frío. Hixon taladra después dos agujeros del tamaño de un botón en los cráneos ya preparados e introduce un fino cable: se trata de un diminuto micrófono para poder escuchar las posibles roturas y desgarros. El cuerpo suspendido, colocado en hielo seco y envuelto en una lona plástica blanca, se congela hasta alcanzar una temperatura de 110 grados bajo cero.
Este proceso se realiza a una velocidad de un grado por hora para que las células no se quiebren. Por último, un técnico hace entrar el cuerpo rígido en una estrecha caja de aluminio y lo introduce luego en un contenedor de acero lleno de nitrógeno líquido. «Con la cabeza hacia abajo, por motivos de seguridad», explica Hixon. El vacío se pierde si el nitrógeno se evapora de forma rápida. Esto es algo que los técnicos quieren evitar por todos los medios, puesto que, según sus reglas, la cabeza del paciente muerto es el órgano más importante. Las cabezas aisladas son introducidas en unos recipientes de aluminio que parecen ollas de cocina.
En la pared, junto a la puerta de entrada de Alcor, cuelgan fotos de los pacientes ultracongelados. Aquí nadie habla de los muertos. Las placas con los nombres de los fallecidos tienen grabadas las fechas de nacimiento y muerte, además del siguiente aviso: ‘Primer periodo de vida’. En el vestíbulo está colocada una estatua dorada: un premio Emmy –los Oscar de la televisión– ganado por un célebre productor congelado. Hixon nos conduce hacia la sala de operaciones, cubierta con plástico blanco. Allí cuelgan numerosos carteles con la misma inscripción: ‘A-135. Ninguna enfermedad infecciosa conocida’. El ser humano A-135 está moribundo. En cualquier momento podría ingresar en el centro.
Luces y sombras. Hixon ha limpiado la mesa de operaciones, ha llenado los contenedores con anticongelante y comprobado el corazón-pulmón artificial. Alcor graba con una videocámara todo el proceso de congelación. Más tarde, después de su resurrección, los pacientes podrán admirar el comienzo de su viaje sin final.
¿Por qué está tan seguro de que el procedimiento funciona? «Por esto», dice Hixon, y enciende y apaga un par de veces la luz del quirófano. «Puedo hacer luz en mitad de la noche, sin que el sol tenga nada que ver. La tecnología siempre funciona», dice. Cita como pruebas la revolución electrónica o los transplantes de corazón. «¿La voluntad de Dios? Eso es una tontería. Rompimos con ella desde el mismo momento en que el hombre se bajó de los árboles.»
Estos frankensteins high-tech son el centro de críticas. Los expertos en frío se burlan de ellos: quien muere, está muerto. Los experimentos para congelar animales son, en su opinión, un fracaso deplorable. Y el anticongelante utilizado es en realidad tóxico. Hace poco se llevó a cabo una investigación por asesinato contra Alcor. También se decía que la institución era pura charlatanería. Otra empresa, ésta en California, se arruinó por falta de clientes. Tuvo que descongelar a sus pacientes y enterrarlos.
Sin embargo, este verano llegó un golpe de suerte. Ted Williams, una leyenda del deporte, el Pelé del béisbol, murió a la edad de 83 años. Sus hijos utilizaron los medios de comunicación para discutir sobre si él habría querido ser congelado o no. Entonces, el New York Times informó de que Ted Williams ya estaba sumergido en una piscina de nitrógeno en Scottsdale.
La fiebre del hielo. A raíz del caso Williams, Jerry Lemler, director de Alcor, ha concedido más de 500 entrevistas. Su página web ha pasado de 5.000 visitas diarias a recibir 600.000. El número de solicitudes se ha multiplicado. Alcor pretende expandirse a nivel internacional. El negocio sigue siendo rentable. Un 97 por ciento de los 600 socios de Alcor ha contratado seguros de vida a favor de la empresa. Desde hace poco, los criogenizados cuentan además con la posibilidad de llevarse sus bienes al futuro. En lugar de dejarle en herencia a sus descendientes el dinero acumulado durante toda su vida, lo destinan a los fondos de Alcor. Este dinero se supone que servirá como capital inicial para los que vuelvan algún día del frío. Si es que vuelven.
Puras patrañas… el “maldito” deseo del hombre de transgredir los lìmietes naturalez… como dedìa Ray Bradbury -escritor Norte americano-: “La utopìa de detener el tiempo, transgedir eso lìmites naturalez. Como siempre… le ha traìdo consecuencias nefastas al hombre, en fin…” Yo creo que son puras tonterìas y, en el caso que fuera cierto, no tendrìa gracia. La vida debe servir -en su tiempo natural- para descubrir nuestra misiòn. ¡Què màs da! Igual la verdad no me interesa… yo creo en Dios y listo…
Saludos.
CALLATE
jorge luis
Miguel distes en el clavo contextando a Jorge Luis ..Que tu creas mas en el Opus que en la ciencia es un problema muy gordo..Pero gracias DIos no todos creen en eso 😛
Realmente creo ke se trata de una situación descabellada, como harán revivir el corazón y la mente del ser humano congelado???????, sólo hablan de mantener el cuerpo…
En fin, soy cristiana y creo en la Biblia, creo en Dios y creó también que creó al hombre perfecto y para vivir eternamente, sólo hay que detenerse en la anatomía del cuerpo humano, en el proceso de concepción y en el saber de ke sólo utilizamos alrededor del 1% de nuestra capacidad cerebral, todo es tan perfecto ke no cabe duda de nuestro Creador, al menos, es lo ke pienso, y por ende, como creyente, creo también en la resurección, Dios lo prometió y él no puede mentir, cumple todas sus promesas, además fue su intención desde el comienzo. En fin, es patética la creencia de estas personas, que claro está, es netamente con fines lucrativos, ya ke si congelan mi cabeza por separado eso quiere decir que regresaré sin cuerpo???, Dios nos propone la resurección en un cuerpo nuevo no deteriorado, además el significado de la palabra resurrección, señala la vuelta del espíritu, los pensamientos, los recuerdos, en fin, la mente de las personas, no el cuerpo, no estamos hablando de algo así como la película de Stephen King Pet Cementery, de ke seviría regresar sin recuerdo y como una persona completamente distinta a la que fuímos en vida???, no tiene sentido.
Para los que están interesados, diríganse al versículo bíblico de Revelación 21:4 y al libro de Isaías, nuestra única esperanza para reencontrarnos con quienes amamos es nuestra fe en Dios, y por supuesto, el amor.
tal vez sea posible q estas personas la resuciten con el avance de la teconologia. nunca se sabe. pero igual creo en Dios.
La realidad es que esto es posible amigos, si tengo la oportunidad yo tambien me criogenizare.
Ya somos capases de prolongar mas vida a nuestra vida, transplantes de organos, curar muchas enfermedades que en su epoca mataron a miles de personas. inventos increibles: el avion, la computadora, ir a la luna…pero revivir a las personas despues de congeladas suena imposible, como sonova imposible las cosas que hoy en dia son realida…louis maestre charlotte carolina del norte U S A.
Son muchos los mitos y falsedades que sobre este tema circulan. En esta página se habla de ello con información actualizada:
http://www.crionica.org
Yo creo que es algo que a todos nos impacta escuchar. Me parece muy buena idea que nos den la esperanza de poder vivir y ver el futuro que una enfermedad no nos permite ver, pero a la vez me pone a pensar… ¿y el alma? ¿se queda esperando hasta que uno despierte? ¿se queda ahi en el cuerpo con los ojos cerrados viendo solo negro? o acaso se va al purgatorio a esperar volver a la vida, sin permitirsele ir al infierno o cielo porque San Pedro le dice “tú no puedes entrar porque aún no estás muerto” ?? Aunque por otro lado… puedo volver a la vida solo el cuerpo, y no el alma; lo que implicaría que esos cuerpos (ya que no pueden ser llamados cadáveres) se conviertan en zombies, una consecuencia más para el hombre de querer pasar los límites de la naturaleza.
De todas formas me parece muy bueno esto. Estamos hechos a imagen y semejanza de Dios, lo que quiere decir que no tenemos límites, debemos experimentar porque podemos lograr todo lo que nos propongamos.
Gracias por leerme. Ojalá alguien respondiera mis dudas.
Haber ami me da igual si creis o no en dios yo no creo en el , yo creo en la ciencia y me parece genial que hagan esto y si se pueden descongelar echan un liquito que derrite el hielo en tejidos y al hielo en seco y tan bien en forma de suero via subcutanea. Luego a mi me parece genial , Dios no te va ha hacer inmortal